El Camino de Santiago no solo ofrece historia, gastronomía y cultura; también sorprende a los peregrinos con parajes naturales de gran belleza. Entre estos tesoros destacan las cascadas (o fervenzas, como se les llama en Galicia), escondidas a lo largo de las diferentes rutas jacobeas. 

Muchas veces se hallan a pocos pasos del sendero principal, regalando un momento de frescor y un espectáculo visual único con el agua como protagonista. 

A continuación, exploramos las cascadas más espectaculares que puedes encontrar en las distintas rutas del Camino de Santiago. De esta forma, sabrás dónde tomarte un respiro rodeado de naturaleza en tu peregrinación.

Al planificar tus viajes camino de santiago, recuerda informarte bien de los desvíos y accesos a estos lugares, muchos de los cuales son de fácil acceso y merecen la pena.

 

Cascadas en las distintas rutas del Camino de Santiago

Cada ruta jacobea tiene su encanto particular, y en materia de cascadas no es la excepción. A continuación repasamos todas las rutas principales del Camino de Santiago y las cascadas que podrás encontrar en cada una, ya sea a pie de sendero o mediante pequeños desvíos. Así, podrás planificar mejor tus etapas y no perderte estas joyas naturales.

 

Camino Francés

Aunque la ruta francesa es más conocida por sus monumentos históricos y pueblos, también tiene rincones naturales interesantes. 

Cerca del final del recorrido, en la zona de Arzúa (Galicia), se encuentra la Fervenza das Hortas o Cascada de Santa Marta. Está en el límite de los ayuntamientos de Touro y Arzúa, y es un salto de agua rodeado de vegetación exuberante y un antiguo molino, con una leyenda milagrosa asociada a la santa que le da nombre. Es un paraje de gran belleza sonora y visual. 

Si caminas por el Pirineo navarro al inicio, también disfrutarás de numerosos arroyos de montaña, aunque sin cascadas destacables de gran altura en el propio sendero. Aun así, el Camino Francés ofrece naturaleza a raudales en sus etapas gallegas y pirenaicas.

 

Camino del Norte (Costa Cantábrica)

La ruta del norte brinda varios espectáculos naturales. 

En Cantabria destaca la Cascada del Bolao, junto a los acantilados de Cóbreces. Esta se forma donde el arroyo de La Presa se precipita al vacío junto al mar, creando una estampa de postal con los restos de un antiguo molino al lado. De hecho, es la cascada de agua dulce más cercana al mar en Cantabria. El contraste entre el verde de los prados, la roca y el azul del Cantábrico la hace especial. 

Los peregrinos pueden visitarla fácilmente, pues se ubica a pocos metros de la senda costera entre Santillana del Mar y Comillas. No puedes perdertelo si realizas el tramo de Camino de Santiago Santander Gijón

En Asturias, el recorrido transcurre por tramos donde pequeños ríos desembocan en el mar; aunque no hay cascadas tan altas como Bolao, el entorno ofrece saltos de agua menores y buffones (chorros marinos) en zonas calizas. 

Por ejemplo, próximo a la senda costera asturiana están las Cascadas de Oneta (tres saltos de agua escalonados cerca de Luarca) y otras fuentes escondidas entre la vegetación costera. 

 

Camino Primitivo

La ruta primitiva, entre Oviedo y Lugo, discurre por valles y montañas de Asturias con abundante agua. 

Una parada obligada está en la Cascada del río Nonaya, cerca de Salas. En la etapa de Salas a Tineo, aproximadamente en el kilómetro 3, verás un desvío señalizado hacia la cascada; solo son 250 metros extra, y vale la pena acercarse. Aunque es de tamaño modesto, tiene un encanto especial: el agua cae entre musgo y roca, y una fotogénica cruz asturiana colocada junto a la caída le da un aire pintoresco.

Consejo: tras visitar la cascada, retoma el Camino con precaución al cruzar la carretera N-634 cercana, tal como recomiendan las guías locales. 

Además, la ruta atraviesa arroyos y bosques frondosos donde en días de lluvia abundan pequeños saltos de agua. La naturaleza en esta ruta es muy auténtica.

 

Camino Inglés 

Esta ruta desde Ferrol o A Coruña hasta Santiago es más corta, pero también tiene su joya escondida. 

En la primera etapa desde Ferrol, al pasar por Neda, se encuentra la Fervenza do Río Belelle. No está exactamente en la senda (hay que internarse valle arriba unos kilómetros desde Neda), pero para quien disponga de tiempo merece la pena ver una de las cascadas más espectaculares de Galicia, con 45 metros de altura

Se precipita en medio de un bosque, formando pozas naturales en su base. Su caudal es constante durante todo el año, aunque en otoño e invierno baja con mucha más fuerza, ofreciendo un espectáculo impresionante. 

Los peregrinos más aventureros pueden desviarse en Neda para visitarla (hay senderos locales señalizados), sabiendo que encontrarán un entorno prácticamente virgen

 

Camino Portugués (Ruta Central y Costa)

El Camino Portugués es rico en entornos fluviales, sobre todo al entrar en Galicia. Una parada destacada en la ruta central es la Fervenza do Río Barosa, en Barro (entre Pontevedra y Caldas de Reis). 

Este paraje natural forma parte del propio Camino: un sendero de piedra asciende junto a la cascada, atravesando 17 molinos de agua restaurados que acompañan el salto de unos 30 metros del río Barosa. El lugar, conocido como Parque da Natureza do Río Barosa, es ideal para hacer una pausa, comer en sus merenderos y refrescarse los pies en sus pozas. 

A poca distancia, ya en Caldas de Reis, existe otra cascada llamada Fervenza de Segade, rodeada de ruinas de una antigua central hidroeléctrica, molinos y hasta un puente romano cercano. Este es un rincón menos conocido, pero muy accesible desde el pueblo termal de Caldas. 

Por su parte, la variante costera del Camino Portugués también ofrece atractivos naturales. Tras Oporto, la senda avanza junto al Atlántico y, aunque la costa no tiene grandes cascadas, el interior próximo sí

En Galicia, al confluir la ruta costera con la central en Redondela, merece mención la Fervenza da Feixa en Reboreda (Redondela). Es una cascada de 15 metros oculta en un bosque de ribera alimentado por el río Alvedosa. Muchos peregrinos no conocen este pequeño tesoro, pero los locales la recomiendan como paseo vespertino si se pernocta en Redondela. 

En la zona de Vigo y Baiona abundan también arroyos que forman cascadas menores en parques naturales (como la fervenza de Casariños en las cercanías de Fornelos de Montes). 

Si optas por el Camino Portugués por la Costa, especialmente en el camino de Santiago Oporto a A Guarda y en el Camino desde a Guarda a Santiago, disfrutarás de la brisa marina y, tierra adentro, de rincones fluviales con cascadas y molinos antiguos.

 

Vía de la Plata (Camino Sanabrés)

La Vía de la Plata, o Camino del Sudeste, se adentra en Galicia por la provincia de Ourense. Uno de sus tramos finales pasa muy cerca de la Fervenza do Toxa, considerada la cascada más alta de Galicia en caída libre. Situada en Silleda (Pontevedra), a pocos kilómetros del trazado oficial, la cascada del río Toxa tiene unos 30 metros de altura vertical

Está rodeada de bosques autóctonos de robles y castaños que invitan a caminar por senderos sombreados hasta los miradores. De hecho, un corto desvío permite al peregrino acceder a un balcón natural desde donde contemplar la unión del río Toxa con el río Deza y el impresionante salto de agua. 

Muy cerca se encuentran otros puntos de interés como la histórica Ponte do Demo (puente medieval) y el Monasterio de Carboeiro. Muchos peregrinos del Camino Sanabrés aprovechan para su visita al llegar a Silleda o Bandeira, sabiendo que Santiago ya está a un par de jornadas. 

Otras cascadas reseñables en esta ruta son la Fervenza de Férveda (en el municipio de Silleda, 15 metros de caída principal) y pequeños saltos en ríos de montaña en la provincia de Ourense, aunque menos conocidos.

 

Camino de Invierno

Esta ruta alternativa atraviesa la Ribeira Sacra lucense y ourensana, siguiendo el valle del río Sil para evitar las cumbres nevadas en invierno. El Camino de Invierno ofrece paisajes fluviales increíbles y, cómo no, cascadas. 

La más notable es la Cascada de Augacaída, en Pantón (Lugo). Es un salto de agua de unos 40 metros de altura cerca de su desembocadura en el Miño. Se encuentra muy próxima al itinerario del Camino de Invierno y se accede a ella a pie, por una corta ruta entre bosques con pasarelas de madera. El esfuerzo vale la pena: Augacaída está considerada una joya natural de la Ribeira Sacra. 

Además, en la misma ruta se puede visitar el Castro de Marce, asentamiento celta en lo alto del valle, combinando así naturaleza y arqueología. 

Otros puntos con cascadas en el Camino de Invierno incluyen la zona de Barxa de Lor en Quiroga (pequeños saltos en riachuelos) y fuentes históricas como la Fuente de San Benito en las montañas de Ourense.

 

Camino a Fisterra y Muxía

Muchos peregrinos continúan hasta la costa atlántica una vez alcanzada Compostela. En esta prolongación, la naturaleza vuelve a ser protagonista. 

La estrella indiscutible es la Cascada de Ézaro, en Dumbría (Costa da Morte). Se trata de la única cascada de Europa cuyo río desemboca directamente en el océano Atlántico, un fenómeno singular que ha llevado a que la guíen apoden el “Niágara gallego”. 

El río Xallas cae en Ézaro desde aproximadamente 40 metros de altura antes de llegar al mar, formando un espectáculo único en la playa. Antiguamente, el caudal estaba regulado por presas hidroeléctricas y el salto apenas llevaba agua, pero desde 2011 por ley se mantiene un flujo constante, devolviendo la vida a este paraje natural. 

Los peregrinos que hacen el Camino a Fisterra pasan muy cerca de Ézaro entre las etapas de Olveiroa y Cee, y muchos deciden acercarse a este sitio mítico. Existe un sendero/pasarela desde el mismo pueblo de Ézaro que conduce al pie de la cascada en pocos minutos, y en verano incluso iluminan la caída de agua algunas noches con luces de colores. 

Además, la ruta a Finisterre ofrece otros rincones hídricos: por ejemplo, en las cercanías de Negreira está la Fervenza do Río Marazas (conocida localmente) y, ya llegando a Muxía, se puede visitar la Cascada de Naufriños o pequeñas fervenzas en los arroyos que desembocan en la ría de Camariñas. 

 

Otras rutas y curiosidades

Existen más rutas jacobeas menos transitadas que también albergan cascadas. 

Por ejemplo, el Camino de San Salvador (entre León y Oviedo) atraviesa puertos de montaña en los que encontramos las Cascadas de San Antón bajo el sendero, cerca de Pola de Lena, en Asturias (una ruta entre molinos y saltos de agua muy recomendada para amantes de la naturaleza según guías locales). 

El Camino de Baztán, que desciende desde Francia por el Valle de Baztán (Navarra) hasta enlazar con el Francés en Pamplona, pasa cerca de la Cascada de Xorroxin en la selva de Irati, un paraje de cuento. 

Incluso en variantes locales gallegas, como el Camino de Muros-Noia, hay pequeñas cascadas escondidas. Estos detalles demuestran que prácticamente cada ruta del Camino de Santiago ofrece su pequeño paraíso natural al caminante, ya sea un gran salto de agua reconocido o un arroyo anónimo que nos sorprende tras una curva.

Recorrer el Camino de Santiago es más que ir de un punto a otro: es vivir cada paso y descubrir rincones inesperados. Las cascadas aportan ese toque de magia natural, un momento para respirar hondo, sentir las gotas en la cara y conectar con el entorno. 

Al acercarte a ellas, recuerda siempre tener en respeto: no dejes basura, no te salgas de los senderos habilitados y extrema la precaución si las rocas están húmedas o resbaladizas. Informarte previamente de cómo acceder (preguntando a lugareños u otros peregrinos) también es buena idea, sobre todo en cascadas que impliquen un desvío más largo.