El Camino de Santiago es un reto personal que pone a prueba cuerpo y mente. A pesar de la preparación previa, las lesiones leves pueden aparecer en cualquier etapa y en cualquier ruta. Saber cómo actuar ante ellas marca la diferencia entre abandonar prematuramente o continuar la experiencia de forma segura y consciente. 

Como especialistas en el viaje Camino de Santiago organizado, te ayudaremos a identificar las dolencias más frecuentes, tratarlas adecuadamente y prevenir complicaciones.

 

Entiende tu lesión: las dolencias más frecuentes entre peregrinos

  • Ampollas y rozaduras. Las ampollas son, sin duda, la dolencia más común entre los peregrinos. Aparecen por fricción repetida, especialmente en los pies, y suelen ser consecuencia de calzado inadecuado o calcetines húmedos. Si está mal tratada, puede provocar infecciones o hacer que adoptes posturas antinaturales que deriven en sobrecargas musculares.

 

  • Sobrecargas y contracturas musculares. La acumulación de kilómetros y peso, junto a una preparación física insuficiente, puede generar sobrecargas, especialmente en gemelos, cuádriceps, lumbares y hombros. A veces se manifiestan como contracturas, con rigidez y dolor localizado.

 

  • Esguinces leves y torceduras. Una pisada inestable, una piedra suelta o un mal apoyo en una cuesta pueden causar esguinces, sobre todo en los tobillos. Si el daño es leve (grado I), suele bastar con reposo, hielo y compresión, pero no debe ignorarse.

 

  • Tendinitis y dolor articular. El uso constante de bastones o caminar largas distancias sobre firme irregular puede inflamar tendones, como el rotuliano o el de Aquiles. Las rodillas, tobillos y caderas también pueden resentirse. Una tendinitis leve puede permitir continuar, siempre que se controle el dolor y se ajuste el esfuerzo.

 

Primeros pasos: protocolo inmediato de actuación

Evalúa la gravedad antes de continuar

Detente y analiza tu estado. Si el dolor es incapacitante, hay hinchazón anormal o no puedes apoyar el pie, es mejor no seguir y descansar todo lo que sea necesario. En cambio, si el dolor es leve y mejora con reposo, puedes considerar continuar tras aplicar primeros auxilios.

 

El método RICE paso a paso

El protocolo RICE (Rest, Ice, Compression, Elevation) es clave para tratar lesiones leves:

  • Reposo: descansa en cuanto notes molestias.

 

  • Hielo: aplica frío local durante 15-20 minutos cada hora las primeras horas.

 

  • Compresión: usa vendas elásticas para reducir la inflamación.

 

  • Elevación: mantén la zona lesionada en alto cuando estés en reposo.

 

Limpieza y cura de ampollas sin riesgos

  • Si la ampolla no ha reventado, lo mejor es protegerla con un apósito hidrocoloide sin pincharla.

 

  • Si se ha abierto, limpia con agua y jabón, desinfecta con povidona yodada y cubre con una gasa estéril.

 

  • No retires la piel desprendida a menos que esté colgando, y evita caminar sin protección.

 

¿Qué llevar en el botiquín del peregrino?

Un pequeño botiquín puede ser un salvavidas. No necesitas cargar con una farmacia entera, solo lo imprescindible.

Imprescindibles médicos

  • Paracetamol 500 mg: analgésico base para aliviar el dolor general. La dosis máxima recomendada es de 3 gramos al día.

 

  • Ibuprofeno 400 mg: antiinflamatorio útil para reducir inflamación y dolor muscular. Debe tomarse siempre después de las comidas.

 

  • Antihistamínico oral (Clorfenamina 4 mg): indicado para aliviar reacciones alérgicas leves, como picaduras o urticarias.

 

  • Antiséptico (clorhexidina o povidona yodada): imprescindible para limpiar heridas o ampollas abiertas. Evita infecciones en piel expuesta y favorece la cicatrización en ambientes húmedos como el Camino.

 

  • Tijeras pequeñas y pinzas: útiles para cortar gasas, abrir apósitos o retirar espinas o piel muerta con precisión. Asegúrate de que estén limpias y desinfectadas antes de usarlas.

 

Material para ampollas y vendajes rápidos

  • Apósitos hidrocoloides: crean una barrera protectora sobre la ampolla, reducen la fricción y aceleran la curación. Ideales para prevenir infecciones y seguir caminando con menos dolor.

 

  • Gasas y esparadrapo hipoalergénico: permiten cubrir heridas limpias sin irritar la piel. Las gasas absorben el exudado y el esparadrapo asegura el vendaje sin causar alergias.

 

  • Vendas elásticas de distintos tamaños: sirven para comprimir esguinces leves, reducir inflamación o inmovilizar articulaciones temporalmente. No deben apretarse demasiado para no cortar la circulación.

 

  • Agujas estériles y monofilamento: necesarias si debes drenar una ampolla grande o con líquido. Usa solo si sabes cómo hacerlo y desinfecta antes y después.

 

  • Guantes de un solo uso: fundamentales para manipular heridas sin riesgo de infección. También útiles si debes asistir a otro peregrino con lesiones en zonas delicadas.

 

El botiquín debe pesar poco, ser accesible y estar ordenado. Cada elemento tiene un propósito específico en el camino.

 

Distintas rutas y su nivel de dificultad

No todas las rutas del Camino de Santiago presentan el mismo nivel de exigencia física. Elegir bien puede ayudarte a prevenir lesiones si sabes cuáles son tus límites.

  • El Camino Francés. Es la ruta más popular y cuenta con la mejor infraestructura. Su dificultad es media, con etapas largas pero terreno variado y servicios frecuentes. Recomendado para quienes buscan un ritmo constante y apoyo en todo momento.

 

  • El Camino del Norte. Esta variante costera es preciosa, pero más exigente. El terreno es más técnico, con subidas constantes, humedad y tramos irregulares. Si tienes molestias articulares o lesiones leves, puede que necesites adaptar el ritmo o acortar algunas etapas. 

 

 

  • El Camino Portugués interior y por la costa. Alternativa ideal para quienes desean un recorrido más suave. Las etapas son moderadas, el clima es benévolo y el firme suele ser cómodo. Muy recomendables para principiantes o si necesitas una experiencia más llevadera.

 

    • El Camino de Santiago Oporto a A Guarda atraviesa el norte de Portugal, con un trazado suave y buen firme. Es ideal si buscas un recorrido tranquilo, con sabor atlántico y cultural luso.

 

    • El camino desde a Guarda a Santiago sigue la costa gallega desde la desembocadura del Miño hasta Santiago. Tiene tramos llanos, pasarelas de madera y vistas abiertas, ideales para etapas de recuperación.

 

  • Otras variantes populares (Primitivo, Inglés, Vía de la Plata, Invierno).

 

    • El Primitivo es duro, con desniveles exigentes. No apto si tienes dolencia.
    • El Camino Inglés es corto y accesible, ideal si necesitas un camino más breve.
    • La Vía de la Plata combina largas etapas y altas temperaturas, especialmente en verano.
    • El Camino de Invierno evita el alto Cebreiro, buena opción fuera de temporada.

 

¿Parar o seguir? Cómo decidir en función de tu cuerpo

Una de las decisiones más difíciles es saber si continuar o parar. Aquí tienes algunas señales que pueden ayudarte:

  • Dolor persistente: si no cede con descanso, para.

 

  • Falta de movilidad: si no puedes apoyar, caminar o usar los bastones con normalidad.

 

  • Fatiga extrema: si el cuerpo no responde y te cuesta avanzar.

 

  • Síntomas de infección: fiebre, enrojecimiento excesivo o secreciones.

 

Recuerda que el Camino puede retomarse más adelante y que es posible descansar aquellas jornadas que consideres oportuno. Tu salud siempre es lo primero.

 

Recursos sanitarios y de seguridad disponibles en 2025

Las rutas más transitadas cuentan con servicios de emergencia y asistencia básica:

  • Cruz Roja: tiene equipos móviles en Galicia durante los meses de mayor afluencia. También instalan puestos de atención fija en tramos clave.

 

  • Guardia Civil: a través de la Oficina Móvil del Peregrino, ofrecen ayuda, asesoramiento y gestión de incidencias.

 

  • App AlertCops: permite contactar con emergencias incluso si no hablas español.

 

  • Centros de salud rurales: hay pequeños ambulatorios en muchas localidades intermedias.

 

  • Farmacias de guardia: siempre hay una por zona; la información está disponible en albergues y alojamientos.

 

Es recomendable llevar siempre una copia de tu documentación y una tarjeta sanitaria válida (o el equivalente europeo).

 

Prevención: prepara tu cuerpo antes y durante la marcha

La mejor forma de enfrentarse a una lesión es evitar que ocurra. Estas son algunas recomendaciones para minimizar el riesgo:

  • Entrenamiento previo: empieza a caminar al menos un mes antes, aumentando la distancia gradualmente.

 

  • Fortalecimiento muscular: dedica tiempo a ejercicios de piernas, core y espalda.

 

  • Calzado adecuado: usa botas ya domadas, transpirables y de tu talla exacta.

 

  • Calcetines técnicos: evitan humedad y rozaduras.

 

  • Bastones: ayudan a repartir el peso y estabilizan tu pisada.

 

  • Hidratación y alimentación: fundamental para evitar calambres y fatiga.

 

  • Pausas regulares: escucha a tu cuerpo y haz descansos antes de sentir dolor.

 

El camino no se trata de velocidad, sino de constancia y bienestar.

 

Recuperación activa y retorno a la senda

Si decides tomarte un día de descanso, aprovecha para aplicar cuidados que te ayuden a volver con energía:

  • Estiramientos suaves: Focalizados en la zona afectada.

 

  • Masajes con crema antiinflamatoria o árnica.

 

  • Aplicación de frío/calor según la fase de la lesión.

 

  • Dormir bien: el cuerpo se regenera durante el sueño.

 

  • Retomar de forma progresiva: empieza con media jornada y valora tu evolución.

 

No te compares con otros peregrinos. Cada camino es único y adaptarlo a tus necesidades es una muestra de inteligencia y respeto por ti mismo.

Tener una lesión leve en el Camino de Santiago no significa el final del viaje. Con una respuesta adecuada, materiales básicos y conocimiento del entorno, puedes continuar sin mayores riesgos o parar a tiempo para recuperarte. 

Recuerda: evalúa la lesión con calma, aplica el método RICE si es necesario, conoce los recursos disponibles, adapta tu ruta a tu situación, prioriza tu salud. El Camino te acompaña también en la pausa. A veces, detenerse forma parte del propio aprendizaje. Y cuando estés listo, el sendero seguirá ahí, esperándote.