Miraz es un pequeño pueblo de la provincia de Lugo, enclavado en pleno Camino de Santiago del Norte. Con apenas unos 40 habitantes, esta aldea ofrece al peregrino un remanso de paz entre etapas, ideal para descansar y conocer la esencia rural de Galicia.
A continuación, primero te contamos qué hace único al Camino del Norte frente a otras rutas jacobeas. Después, te contaremos qué ver en Miraz y sus alrededores pensando en el peregrino que busca historia, naturaleza y tradiciones locales.
Índice de contenidos
¿Por qué elegir el Camino del Norte? Comparativa de rutas jacobeas
Como sabrás, existen múltiples rutas para llegar a la Catedral de Santiago, cada una con su personalidad. La elección depende de lo que busque el peregrino: desde popularidad y servicios hasta la soledad de vías menos transitadas. El Camino del Norte, en particular, ha ganado adeptos por sus paisajes costeros y su autenticidad. Estas son algunas razones para escoger esta ruta frente a otras:
- Paisajes costeros espectaculares: discurre junto al mar Cantábrico durante gran parte de su recorrido, regalando vistas de playas salvajes, acantilados y puertos pesqueros. Tramos emblemáticos como el Camino de Santiago desde Santander a Gijón permiten descubrir villas marineras con mucho encanto, alternando montaña y costa en un entorno verde y húmedo muy diferente al de las rutas más interiores.
- Menos masificado y más auténtico: a diferencia del transitadísimo Camino Francés (la ruta jacobea más popular), recibe un flujo menor de peregrinos. Esto se traduce en etapas más tranquilas, pueblos menos saturados y una sensación de autenticidad mayor.
Para quienes buscan una experiencia introspectiva y conectar profundamente con el entorno, esta ruta resulta muy adecuada. No significa que esté vacío, pero sí ofrece más espacios de soledad y silencio en comparación con las rutas principales.
- Reto físico moderado y variedad de terrenos: su perfil combina tramos llanos con otros de subidas y bajadas pronunciadas, ofreciendo un desafío físico intermedio. No alcanza la dureza montañosa del Camino Primitivo, pero sí exige más preparación que la llana Vía de la Plata o la meseta castellana del Francés.
La recompensa es una gran variedad de ecosistemas en pocos kilómetros: bosques atlánticos, sendas rurales, playas y colinas costeras. Cada etapa es diferente, manteniendo el interés del peregrino día tras día.
- Patrimonio cultural alternativo: a lo largo de la costa cantábrica, atraviesa ciudades e hitos culturales de gran interés. Desde San Sebastián y Bilbao en el País Vasco, pasando por Santander y Gijón en la cornisa cantábrica, hasta monasterios escondidos en Galicia.
Este recorrido permite conocer una faceta distinta del norte de España, con influencias vascas, montañesas, asturianas y gallegas. Iglesias románicas, casonas de indianos, antiguos hospitales de peregrinos y otros tesoros salpican la ruta.
Por supuesto, cada alternativa tiene su encanto:
- El Francés brinda la mayor infraestructura de servicios, así como un ambiente muy social; es ideal para quienes valoran la compañía constante de otros peregrinos.
- El Primitivo es el más antiguo y desafiante, sumergiendo al caminante en paisajes de montaña espectaculares y soledad.
- El Portugués, segunda ruta más popular, ofrece la calidez atlántica de Portugal y el sur de Galicia. De hecho, el Camino Portugués cuenta con dos variantes principales: la ruta del interior (que muchos comienzan en Tui) y la ruta costera. Esta última inicia en la ciudad de Oporto y avanza siempre próxima al océano.
Muchos peregrinos disfrutan del Camino Portugués por la Costa, que va desde Oporto hasta la frontera española. Por ejemplo, el tramo del Camino Portugués desde Oporto a A Guarda recorre todo el litoral norte de Portugal con paisajes marineros, y enlaza luego con Galicia. Desde ese punto, el Camino desde A Guarda a Santiago atraviesa las Rías Baixas gallegas.
En definitiva, no existe una ruta “mejor” que otra, sino la más acorde a tus gustos. Si sueñas con el mar, los paisajes verdes y una experiencia menos concurrida, la ruta que estamos tratando es una excelente elección. Y si prefieres otros ambientes, ahí están las alternativas expuestas, cada uno con su personalidad.
Sea cual sea tu elección, es importante planificar bien la travesía. Muchos peregrinos gestionan todo por su cuenta, pero también existen muchas agencias especializadas en viajes Camino de Santiago que se encargan del alojamiento, transporte de equipajes y demás servicios. Permiten al caminante centrarse solo en disfrutar del Camino.
Miraz: un alto en el Camino del Norte lleno de historia y calma
Miraz se ubica aproximadamente a medio camino entre Baamonde y Sobrado dos Monxes, en la provincia de Lugo. Para el peregrino que recorre este tramo, supone un alto a tener en cuenta: aquí muchos deciden pernoctar para dividir la larga etapa y reponer fuerzas antes de continuar.
Aunque es un lugar pequeño y humilde, cuenta con varias joyas patrimoniales y mucho encanto rural. Al llegar, el peregrino se encuentra con la Galicia más genuina: casas de piedra dispersas, campos verdes, bosques de robles y eucaliptos, y una paz que invita a la contemplación.
Lugares de interés en Miraz y alrededores:
Torre y Pazo de Miraz
En las afueras de la aldea se alza una imponente torre medieval de planta cuadrada, vestigio de una antigua fortaleza feudal. Su origen se remonta al siglo XV, cuando formaba parte de las posesiones de la familia Saavedra, pasando posteriormente a manos de los Andrade en la misma centuria.
Esta torre almenada, de unos 12 metros de altura, exhibe en sus muros escudos heráldicos de linajes gallegos, recordando la época en que señores feudales controlaban estas tierras. Adosado a la torre se encuentra un pazo del siglo XVIII, de construcción austera y con un corredor sostenido por columnas.
Actualmente, el conjunto es de propiedad privada y funciona como vivienda, por lo que solo puede contemplarse desde el exterior. Aun así, su estampa transporta al visitante siglos atrás, siendo probablemente el monumento histórico más notable de la localidad.
Para los amantes de la historia, en las proximidades hay otro punto interesante: la Fortaleza de San Paio de Narla, un antiguo castillo medieval que alberga el museo etnográfico provincial de Lugo. Esta fortificación del siglo XIII–XVI ofrece una visión de la vida señorial gallega y guarda piezas históricas valiosas.
Iglesia de Santiago
La pequeña iglesia parroquial, dedicada al apóstol Santiago, es otro alto obligado para los peregrinos. Construida en sólida piedra granítica, esta construcción rural destaca por su sencilla arquitectura tradicional gallega y por la espadaña (campanario de pared) que corona su fachada.
En el atrio de la iglesia se encuentra un cruceiro de piedra fechado en 1962, símbolo típico de los caminos gallegos que representa la espiritualidad y protección divina en las encrucijadas. A un lado del templo, el pequeño cementerio local sorprende por la belleza de sus lápidas antiguas y pináculos neo-góticos labrados, reflejando la devoción y el arraigo de la fe católica en esta comunidad.
Muchos caminantes aprovechan para sellar aquí su credencial.
Ermita de San Pedro
Junto con la iglesia principal, la aldea cuenta con una humilde ermita dedicada a San Pedro. Se trata de una capilla pequeña y rústica, cuyo mayor tesoro es una antigua talla de la Virgen del Rosario que preside su interior. Esta imagen de la Virgen, de factura sencilla, ha acompañado a los vecinos del lugar en sus rezos durante generaciones.
La construcción data del siglo XV, lo que la convierte en otro fragmento del pasado histórico que pervive en el pueblo. Es habitual encontrarla cerrada fuera de fechas festivas, pero su exterior ya transmite la atmósfera espiritual y tradicional del lugar.
Entorno natural y tranquilidad
Más allá de monumentos concretos, el principal atractivo de Miraz es Miraz en sí mismo: su atmósfera sosegada y su entorno natural. El pueblo está rodeado de prados, montes bajos y bosques autóctonos donde predominan robles y castaños, salpicados de algún riachuelo.
Después de tantos días caminando, muchos peregrinos disfrutan simplemente paseando por los alrededores al atardecer y observando cómo cae la luz dorada sobre los campos gallegos. No hay grandes infraestructuras ni ruidos urbanos; el tiempo parece ir más despacio. Esta ausencia de prisas y de turismo masificado permite integrarse con el entorno, conectando con la esencia rural de Galicia.
Los sonidos que acompañan la estancia suelen ser el canto de los pájaros, el viento entre los árboles, algún gallo madrugador o el saludo amistoso de un vecino. Este contacto directo con la naturaleza y la vida sencilla del campo es, para muchos, uno de los recuerdos más entrañables de su paso por aquí.
Cabe mencionar que Miraz dispone de un albergue de peregrinos muy particular: el Albergue de la Confraternity of St. James, gestionado por una cofradía británica. Este pequeño refugio, con capacidad limitada para poco más de una docena de personas, fue rehabilitado gracias a voluntarios ingleses.
Gastronomía y tradiciones locales en Miraz
Si bien Miraz no cuenta con restaurantes lujosos ni una oferta gastronómica amplia (apenas hay un bar-tienda que hace las veces de punto de encuentro social), el peregrino podrá degustar la auténtica cocina casera gallega en este tramo del Camino.
En las aldeas pequeñas de Galicia, la gastronomía se vive con apego a la tierra y a la tradición. Los platos son sencillos pero reconfortantes, ideales tras una larga caminata. Es normal que, preguntando a los lugareños, le ofrezcan a uno un buen plato de caldo gallego (sopa caliente de grelos, patata y alubias) en temporada fría, o una tapa de empanada recién hecha.
Los productos locales son la base de todo: pan artesanal cocido en horno de leña, quesos de la comarca, vegetales de la huerta, huevos de corral y carnes de la ganadería cercana. De hecho, el municipio de Friol (al que pertenece Miraz) es famoso por su queso de Arzúa-Ulloa de producción artesanal y por el pan de Ousá, un pan tradicional de gran tamaño y miga esponjosa.
Cada mes de marzo, Friol celebra la Feira do Queixo e do Pan de Ousá, una feria gastronómica donde se pueden probar estos quesos y panes típicos, acompañados de vino y otras delicias locales.
En cuanto a festividades, la aldea, como muchas parroquias gallegas, honra a sus santos patronos con celebraciones anuales.
- A mediados de julio se celebran las fiestas en honor a la Virxe do Carme (Virgen del Carmen) y al Apóstol Santiago en Miraz.
- Durante un fin de semana cercano al 25 de julio (día de Santiago), el pueblo organiza misas solemnes, seguida de la tradicional sesión vermú (música y baile al mediodía) y verbenas nocturnas.
Otra costumbre muy arraigada en el rural gallego es la hospitalidad. Aquí, el peregrino no es un turista anónimo, sino alguien acogido por la comunidad local. Es probable que en el bar del pueblo o en la fuente mientras reponen agua, los vecinos entablen conversación con los forasteros, les pregunten de dónde vienen o les deseen «¡Bo Camiño!» (Buen Camino) con una sonrisa.
Incluso existen iniciativas solidarias en etapas cercanas (por ejemplo, en la vecina aldea de Carballedo hay un punto de apoyo al peregrino gestionado por voluntarios locales) que demuestran la generosidad desinteresada hacia los caminantes.
Miraz puede no tener grandes monumentos ni lujos, pero ofrece lo que muchos peregrinos valoran: autenticidad, historia íntima, naturaleza y calor humano. Su torre medieval y su iglesia nos hablan del pasado; sus senderos entre bosques nos regalan paz; sus fiestas y sabores nos acercan a la Galicia más genuina.
Para el peregrino que busca qué ver en Miraz, la respuesta está en los pequeños detalles: un paseo al atardecer por sus caminos rurales, una charla con un vecino en el único bar, la estampa de la iglesia de Santiago al amanecer, o el simple hecho de descansar el cuerpo bajo el mismo cielo que cobijó a tantos peregrinos antiguos.
Miraz es un punto diminuto en el mapa del Camino del Norte, pero deja una impresión perdurable en quien se toma el tiempo de descubrirlo. Continuarás tu viaje hacia Santiago con su sello en la credencial y, muy probablemente, con un cariño especial por este rincón humilde que, sin grandes pretensiones, se ha ganado un lugar en tu memoria del Camino. ¡Buen Camino!